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Hacía meses que la guerra en España había terminado. Miles eran los que habían perecido en aquella absurda batalla. Muchos más fueron los que se desplazaron a otros países. Aun así, la seguridad no se encontraba precisamente fuera de las fronteras de España. La muerte recorría buena parte de Europa, y pocos eran los lugares en los que sentirse seguro. Aun así, Lázaro, María y Hugo se sentían bien en Rotterdam. No podían volver a España, ya que la situación seguía siendo peligrosa para la familia, así que en sus mentes poco a poco fueron borrando la pequeña posibilidad de volver.

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