21 de Marzo de 1940 - 10 de Mayo de 1940

Los días pasaban, pero a Hugo no se le olvidaba sus primeros años en España. Aun así, empezaba a hacer nuevos amigo en el colegio, aunque no los entendía del todo bien.
María, poco a poco, recobraba la sonrisa perdida hacía meses, y solía volver a pasear con Anne por las floridas calles de Rotterdam.
Lázaro añoraba su antiguo trabajo, aunque contaba con el apoyo de su gran amigo Louis. Ya no era profesor, pero seguía discutiendo horas y horas con su amigo sobre literatura.
Poco a poco, la familia iba recobrando la normalidad que hace meses tenían.

1

En los días de tormenta, muy comunes en Holanda, la familia se quedaba en casa esperando a que pasara. María aprovechaba para limpiar la casa y ayudaba a Hugo en los deberes del colegio, aunque no entendiera muy bien de lo que trataban, ya que para toda la familia el nuevo idioma es estaba resultando muy difícil.
Hugo, al no tener otra cosa que hacer en estos días, visitaba el desván de la casa. Estaba un poco desordenado. Los anteriores inquilinos lo debían de utilizar para dejar todo aquello que no querían ver en las plantas inferiores. En el desván, había un gran ventanal. A Hugo le recordaba mucho al de su casa en España, y eso le hacía sentir muy triste. Tras el ventanal, no se veía la gente pasear, pero se podía ver gran parte de la ciudad desde arriba. Miles de techos rodeaban la gran catedral de Rotterdam. Para el niño, eran unas vistas impresionantes.

2

Una tarde lluviosa, tras salir del colegio, el pequeño subió al desván a buscar algún libro con el que poder plasmar su gran imaginación. Había una gran estantería llena de libros, pero la mayor parte de ellos, no suponían ningún interés para Hugo. Sin embargo, cerca de esta estantería, el niño vio una caja de cartón que nunca había advertido hasta ahora. Se acercó a la caja, y al abrirá, una sonrisa se dibujo en su cara.

3

-¿Qué tal ha ido el trabajo? – dijo María, mientras daba un cálido beso a su marido.
- Bueno,… bien, siempre puede ir mejor- bromeó Lázaro.- Mira lo que me ha conseguido Louis.
- ¡Vaya!... no sé si quiero o no saber lo que dice.
Lázaro, de un gran sobre de papel, sacó un periódico. No era de España, sino de Francia, pero buena parte de las noticias trataban de la situación del país vecino.
Louis solía conseguirle, tras grandes esfuerzos, un periódico francés una vez por semana, lo que le servía para saber qué estaba pasando en su país, cosa que para Lázaro no resultaba un placer, pero necesitaba información, aunque la información que aparecía en los periódicos era muy limitada.

4

Hacía meses que la guerra en España había terminado. Miles eran los que habían perecido en aquella absurda batalla. Muchos más fueron los que se desplazaron a otros países. Aun así, la seguridad no se encontraba precisamente fuera de las fronteras de España. La muerte recorría buena parte de Europa, y pocos eran los lugares en los que sentirse seguro. Aun así, Lázaro, María y Hugo se sentían bien en Rotterdam. No podían volver a España, ya que la situación seguía siendo peligrosa para la familia, así que en sus mentes poco a poco fueron borrando la pequeña posibilidad de volver.

5

Hugo no podía creer lo que veía. En esa pequeña caja había unos cinco o seis libros con vistosas portadas. Se trataba de libros sobre dragones, grandes guerreros, y cualquier otro tipo de criatura fantástica. El pequeño pensó que debían ser de algún niño que anteriormente había vivido en esa casa, y que se los había dejado olvidados. O quizás ese niño ya había crecido, y su interés por esos libros había desaparecido. Hugo, impaciente, comenzó a ojear todos los libros. En general eran todos iguales, excepto uno…